Por: Claudio Balle Martínez, con el asesoramiento del Dr. Raúl Castro.
Integrante y Coordinador del Consejo Asesor de Urbanizaciones Privadas de la República Argentina, respectivamente.
Una observación crítica a modo de introducción.
La aceptación de la realidad cotidiana y su problemática pueden hacernos modificar nuestro pensamiento e inferir en nuestras decisiones y acciones. Tal vez, es por eso que hay muchas cosas que preferimos y elegimos no saber, aunque de antemano lo sepamos igual o imaginemos el inexorable desenlace.
Algunos podrán decir que eso es un mecanismo de negación, otros con una mirada más radical dirán que es falta de compromiso.
En nuestro país las normas parecen ser sólo un listado de sugerencias o buenas intenciones. Las reglamentaciones y normativas suelen ser consideradas como letras de buenos deseos. Y como ya están escritas, alcanza y sobra para dar por sentado que ya está, que con eso está todo bien.
En líneas generales las normativas en nuestras Urbanizaciones Privadas suelen ser un lejano o extraño material de consulta:
Si puedo o me acuerdo, las respeto.
Si me excedí un poco, busco sus grises y las gambeteo.
Si transgredí o abusé deliberadamente, busco justificar mi falta aduciendo lo defectuoso de la norma…la interpelo.
En consecuencia, se busca transferir el problema. El problema, ahora es de otro, mío no.
Adicionalmente, tenemos que aceptar que todas las normas, protocolos y procedimientos como todos los dogmas, ignoran la irracionalidad e imponderabilidad del delito.
A veces, inocentemente nos ilusionamos con creer que, a través de la implementación masiva de tecnología y multiplicidad de vigiladores podremos atrapar rápidamente a los intrusos en un recipiente, etiquetarlos y con un toque de marketing vender nuestra fórmula mágica.
Tal vez, los verdaderos desafíos deberían estar puestos en: primero, reconocer las flaquezas y problemáticas que otorgan flancos débiles y provocan el ingreso o ataque imponderable del delito, y después, desde un lugar más humilde, recomendar la construcción de una red que contenga y sostenga sistemas y acciones conjuntas de seguridad.
No hay paraíso, estimados. Lo mejor que podemos hacer es ponernos de acuerdo sobre las bases y reglas, y a partir de ello tratar de ir paso a paso viendo cómo vamos construyendo y mejorando estándares.
Los tiempos de la seguridad
Hace un tiempo, buscando información choqué de frente con una frase del sociólogo alemán Marx Weber que citaba: “La política es un enérgico y lento taladrar sobre superficies duras, que requiere pasión y perspectiva”.
Intentando quitarle toda pátina política a la frase, me dí cuenta que aplicaba en Seguridad y me adueñé deliberadamente del concepto y lo transformé en slogan propio: “taladrar lento o taladrar rápido”.
Hablar y tratar de instalar el tema de seguridad en nuestras comunidades es un camino profético. Intentar «evangelizar» sobre seguridad es un enérgico y lento taladrar sobre superficies duras, que requiere firmeza y paciencia en dosis similares.
Por eso, además de pasión, voluntad u oportunidad de negocios, se debe tener «perspectiva». Como también además de corazón, cabeza, convicción, asesoramiento y servicio post venta se debe tener “responsabilidad”.
Más allá de todo marco conceptual, la frase me originó interrogantes como: ¿Tenemos en nuestras urbanizaciones los tiempos y condiciones necesarias para taladrar lento?
Arriesgo respuesta: en la mayoría de los casos no, no las tenemos.
Ahora, arriesgo análisis a la prematura respuesta: taladrar lento requiere una buena base de apoyo y estructuras razonablemente sanas para concretar la labor. Esto, llevado al terreno que nos convoca se podría traducir con contar con un Proyecto o Plan Integral y tener administraciones, directorios, consejos y comisiones dispuestas a consensuar (ganar y/o perder), sobre el entendimiento de que venga quien venga y suceda, el otro respetará las reglas de juego y dará continuidad al proyecto o plan de base.
En contrapartida, taladrar rápido es expeditivo y ofrece la sensación de suficiencia, pero no siempre es una solución óptima a un trabajo firme o estable.
Personalmente, me entusiasma mucho proyectar y planificar sobre bases sólidas (a quien no), aunque reconozco que el equilibrio exacto entre perspectiva y pasión, cabeza y corazón, responsabilidad y convicción, depende mucho del entorno, los protagonistas y el momento.
No es menor ni menos importante el «momento» y sus circunstancias. En oportunidades o situaciones críticas, donde la problemática es o parece urgente, el tema a tratar o discusión a dar no ameritan para ese momento y potencialmente no se logra transmitir ese «equilibrio», para ofrecer y pedir un poco de paciencia. El marco de una crisis no permite el equilibrio para taladrar despacio.
Ahora, ¿cómo hacemos? ¿Cómo hacemos para que una mayoría de vecinos integrantes de estas urbanizaciones (y potenciales responsables en la toma de decisiones de cada barrio) se convenza de que el mejor camino posible es taladrar lento, sin paraísos tecnológicos ni mesías artificiales?
Habrá que entender y explicar que, en el ámbito de la seguridad, no hay salidas ni oportunidades mágicas, sino un persistente y tenaz empuje de voluntad; con dosis aleatoria de pasión y dosis necesaria de perspectiva; con convicción, pero también con responsabilidad.
Ahora bien, si todo lo expuesto precedentemente se basa en teorías, conceptos y deseos, como hacemos para trasladarlo a la práctica en nuestro ámbito.
Evidentemente (realidad mediante) NO hay manera de cambiar el régimen costumbrista del «si a mí no me afecta no me meto» e iniciar una nueva gestión sin que los actores principales (léase: gestionadores, administradores, consejeros, comisiones) y una parte importante de los usuarios (léase: vecinos) estén convencidos de que el rumbo es el adecuado o correcto.
Para el caso vale un ejemplo común en nuestras urbanizaciones: Si los ocasionales vencidos (gestión saliente, lista perdedora, voluntariosos de chat vecinal, etc.) sienten que se les ha impuesto un nuevo sistema, y que no hay rol para sus ideas, egos o negociados futuros, harán lo imposible para volver al sistema anterior en detrimento del actual o próximo.
Puede ser que en el recorrido nos encontremos con un grupo de líderes voluntariosos (con mayor o menor preparación) que marquen el camino, aguanten los chaparrones inevitables, soporten los costos de la transición y traccionen al resto (los dubitativos, los resistentes, los indiferentes) hacia el nuevo proyecto.
Allí radica la primera tarea: para validar el nuevo rumbo (taladrar lento) se debe tener aceptación social de los vecinos. Sin caer en un análisis sociológico, el mérito del futuro éxito, si queremos que se mantenga, tiene que estar repartido.
Ahora bien, como no todo es florido o edulcorado, busco una postura un poco más extrema: ¿Alguien es capaz de cambiar un sistema de seguridad por sí mismo? Evidentemente, no. Para cambiar, un sistema necesita un sacudón, un suceso inesperado…un espasmo.
A partir del acontecer de un hecho, suceso o evento delictivo se dispararán acciones y reacciones que, de acuerdo a la previsibilidad y contención de la gestión podrán convertirse en espasmos moderados o desencadenantes de crisis.
En situaciones normales, considero que la tarea de gestionar la seguridad es taladrar lento. En situaciones anormales, y percibo que vivimos en tiempos de situación anormal en cuanto la (in)seguridad, la decisión quizás sea taladrar más rápido. Eso sí, con el respaldo de un “manual de instrucciones” que nos indique el proceso de cuidar bases y estructuras. El clásico “lea atentamente las instrucciones antes de poner en funcionamiento”.
Rápido, con convicción, pasión y liderazgo en la urgencia.
Lento, con responsabilidad, planificación y perspectiva, antes y después de la emergencia.
Tendencias tecnológicas – Posibilidad, necesidad y solución.
El desarrollo e implementación de nuevas tecnologías tales como: IA, IOT, Big DATA, Redes y sistemas IT/OT, Videovigilancia analítica, etc. nos indica que el futuro de los sistemas de seguridad ha llegado para quedarse y continuar evolucionando.
Sin dudas, las tendencias tecnológicas prefijan el rumbo que, a posterior y mediante recomendaciones, sugerencias e inducciones de venta de los diferentes eslabones del mercado, marcarán el camino a tomar por el usuario final.
No obstante, la implementación de tecnología, por sí misma, no puede asegurar que al final del camino elegido se encuentren las soluciones prometidas.
En este punto cabe preguntarse si la potencial novedad tecnológica es una posibilidad, una necesidad o una solución para el usuario final. Quien, tarde o temprano tendrá la obligación o responsabilidad de diferenciar “lo que quiere” y “lo que necesita”.
Es allí, cuando la planificación y el análisis de situación se destacan al potenciar y posibilitar el encuentro de soluciones a la necesidad del usuario.
Combinación de herramientas
En el contexto actual, pensar en “la seguridad” de las urbanizaciones privadas no resulta una tarea simple o sencilla.
Evidentemente, cuando se habla de seguridad se debe evitar caer en el ofrecimiento y receptividad de soluciones simplistas o alternativas (parches) con eslóganes gancheros.
El análisis y diagnóstico de problemáticas; el diseño de planes integrales (planificación y perspectiva); la implementación, operación, regulación y control de dispositivos y sistemas nos plantean desafíos y responsabilidades a los diferentes actores del sector.
Todos estos tópicos enumerados nos plantean la necesidad esencial, al momento de plantear potenciales soluciones, de analizar la combinación de herramientas.
La incorporación de tecnología, aplicada a los recursos físicos y sistemas instalados con antelación, permitirá combinar las herramientas instaladas con la electrónica adquirida.
Esta especie de simbiosis nos permitirá optimizar recursos en situación de obsolescencia y potenciar sistemas y dispositivos nuevos.
La denominada combinación de herramientas (simbiosis) nos plantea el desafío de desarrollar o repensar arquitecturas hibridas en la urbanizaciones privadas, que nos permitan:
- Analizar la complejidad de cada urbanización en particular.
- Plantear combinaciones o diversidad de alternativas.
- Brindar diferentes opciones (físicas, tecnológicas y económicas) a los usuarios.
- Facilitar la toma de decisiones, según necesidades y posibilidades del emprendimiento.
La mencionada combinación de herramientas deberá contemplar la interacción o conexión entre los diferentes recursos: físicos (emplazamientos), humanos (personas) y tecnológicos (sistemas).
En tal sentido, a partir de las diferentes interacciones de recursos, se podrán escalonar los distintos niveles y opciones:
Físicos
Físicos + Humanos
Físicos + Humanos + Tecnológicos
Físicos + Humanos + Tecnológicos + Reglamentaciones
La composición de los diferentes recursos, estandarizados por diferentes niveles, permitirá llevar a cabo evaluaciones de riesgos y vulnerabilidades, reguladas y transparentes.
En consecuencia, cuanto mayor sea el grado de transversalidad de los recursos, mayor será el índice de seguridad en la urbanización.
Para que lo antes expuesto, configure una opción medianamente seria y posible, habrá que sentar nuevas bases de trabajo que, entre otras cosas, permitan identificar y clasificar los diferentes componentes y recursos de cada urbanización.
Inexorablemente para llevar adelante esta tarea deberá imponerse y desarrollarse el concepto de “Estandarización de Niveles de Seguridad”. Esto, más allá de un cambio de paradigma en el sector, permitirá mancomunar objetivos entre los diferentes eslabones que conforman la cadena de responsabilidades de la seguridad en nuestras urbanizaciones.
Responsabilidades en torno a la seguridad
Cuando un futuro residente elige una Urbanización Privada para vivir, indefectiblemente (en su creencia) elige estar en un lugar más seguro rodeado de un marco de seguridad.
Ese marco de seguridad que, en ocasiones es solo una sensación, carece eventualmente de normativas o regulaciones legales, pero abunda de promesas y buenas intenciones comerciales.
Vale destacar que, en la mayor parte de los casos, el futuro habitante ignora y no averigua cual es el nivel de seguridad de un barrio. Y por caso, si consultara ante el emprendedor o responsable comercial por el nivel de seguridad de la urbanización, posiblemente reciba argumentos incongruentes con la realidad. Confiar o no confiar, esa es la cuestión.
Mas allá de cada caso en particular, la pregunta convocante es: ¿Quién es responsable de la seguridad?
Ineludiblemente, para el vecino habitante de un Barrio Cerrado, el primer y principal actor responsable es el guardia y por traslación la empresa de vigilancia. Sin mediar mayor análisis el residente de una urbanización privada entiende que vigilancia es igual a seguridad.
En tal sentido, podemos aseverar que vigilancia es seguridad, ¿pero seguridad es vigilancia? El debate de este punto lo podemos dejar para más adelante, pero a partir de esta inquietud debemos comenzar a desandar el camino de las responsabilidades en torno a la seguridad.
En el terreno de identificar responsabilidades, en torno a la seguridad de un BC, encontraremos diversos actores con distintos niveles de incidencia y en diferentes momentos. A saber: Emprendedores / Comercializadores,
Administradores,
Empresas de Seguridad / Vigilancia,
Intendentes / Gerentes
Directorios / Consejos / Comisiones / Vecinos voluntariosos,
Consultores / Auditores
Fabricantes / Proveedores / Instaladores
Servicios técnicos / Personal de mantenimiento.
Luego de repasar el amplio abanico de actores que inciden directa o indirectamente en la seguridad de una urbanización privada, vale reiterar la pregunta: ¿Quién es responsable de la seguridad?
Atendiendo que todos los implicados en el proceso de fabricar, asesorar, comercializar, implementar, administrar, operar y controlar recursos, tendrán cierto grado de incidencia (menor o mayor, según la particularidad de cada caso) deberá asumirse que, en el tema seguridad la responsabilidad es compartida.
Ahora bien, si definir responsabilidades es un tema que revista complejidad, imaginemos la dificultad representada ante un evento o suceso delictivo.
Usuario final – Espasmos de seguridad.
Como se describe en otro punto, normalmente el vecino de un Barrio Cerrado, en este caso el Usuario final, ignora o desconoce el nivel de seguridad del emplazamiento donde reside.
Ante un evento o suceso delictivo con mayor o menor grado de violencia, el residente reacciona. Estas reacciones generalmente no responden a análisis de situación y contexto, sino claman por respuestas y soluciones inmediatas.
Es allí donde se producen reacciones espasmódicas o los denominados espasmos de seguridad. Estos espasmos al ser netamente reactivos echan por tierra tiempos de análisis y evaluación.
En el imaginario vecinal la necesidad es inmediata; la solución debe ser rápida y el camino debe ser corto. Inexorablemente, y por contraposición lo inmediato, rápido y breve no comulga con lo seguro.
Primer espasmo: ante la carencia de respuestas rápidas, el Usuario Final (vecino) pide ayuda o asesoramiento urgente a los expertos “de proximidad” (proveedores) para resolver el suministro de potenciales soluciones de seguridad.
Adicionalmente, entre los errores más comunes que pueden desencadenar o ser consecuencia de espasmos de seguridad, podemos enumerar:
- Suponer que todas las urbanizaciones sufren el mismo problema de seguridad
- Enfocar la solución con un proveedor exclusivo
- Considerar que las implementaciones tecnológicas son inequívocas soluciones a los problemas.
- Asumir que la presencia de mayor cantidad de recursos humanos elimina el problema
- Relativizar trabajos de auditorías
- Descartar consultorías o asesoramientos de seguridad
- Banalizar planes de seguridad establecidos
- Minimizar análisis de Dispositivos de seguridad instalados
- Ignorar Protocolos y Procedimientos vigentes
Por último, se puede inducir que, desconocer las responsabilidades de asesoramiento, administración, operación y control de los recursos en pos de obtener potenciales soluciones rápidas, actúa directamente en detrimento de la seguridad de cualquier emplazamiento.
Toma de decisiones
Entendiendo que la toma de decisiones, en cada Urbanización Privada, se produce luego de un proceso de análisis, el objetivo principal será encontrar la mejor solución o alternativa de seguridad para la necesidad del emprendimiento.
Si bien no existe un proceso ideal en la toma de decisiones relativas a la seguridad, se recomienda que el mismo adopte un modelo racional en lugar de modelos sustentados en la rapidez o intuición. Para el concepto vale el siguiente ejemplo: Adquirir un sistema efectivo y novedoso no asegura per se obtener un sistema seguro, eficiente y confiable
Efectuar una toma de decisiones responsable y racional permitirá alcanzar mejores niveles de seguridad, y por traslación se obtendrá un control estratégico y planificado de la urbanización.
Dicho esto, y a partir de las problemáticas recurrentes, surgen un par de preguntas o inquietudes relacionadas:
¿De quién es la responsabilidad decisional?
¿De quién es la decisión final?
¿Quién avala que la implementación o herramienta adquirida sea la indicada?
¿Quién supervisa que el dispositivo/sistema funciona correctamente según la necesidad/solución planteada?
¿Quién gestiona la seguridad?
Obviamente, cada una de las preguntas anteriormente formuladas, tienen su respuesta ya sea de forma general o en particular.
En tal sentido, la búsqueda de respuestas debería ir de la mano de explorar mejores opciones o soluciones para el emprendimiento. No obstante, buscar y encontrar respuestas a estos interrogantes debe respaldarse inexorablemente en la responsabilidad legal referente a la toma de decisiones y sus responsabilidades anexas. Pero, hablar de responsabilidad y asesoramiento legal es parte de otros capítulos de la seguridad en las Urbanizaciones Privadas.
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