Por Gigi Agassini, Gerente del área de desarrollo de negocios, Genetec México
Los aeropuertos de todo el mundo se han enfrentado a un cambio repentino que los ha desviado de su curso habitual. La pandemia de COVID-19 ha provocado un cambio monumental en las operaciones aeroportuarias. Según ACI World, el tráfico mundial de pasajeros se redujo en abril de 2020, a 94.4% interanual, un número sin precedentes. Los aeropuertos se enfrentan ahora a la incertidumbre y a la necesidad de tomar decisiones urgentes para volver a la normalidad de forma más rápida y fluida.
Por eso, ahora más que nunca los aeropuertos se apoyan unos a otros para compartir conocimientos y mejores prácticas, y con ello, prepararse para dar la seguridad a pasajeros y empleados e incrementar así sus operaciones. Aeropuertos en Estados Unidos y Canadá han implementado y compartido algunas de las prácticas que han implementado para mejorar su seguridad y que podrían, sin duda, replicarse en México y el resto de Latinoamérica para una eficiente y segura operación aún en tiempos de riesgo sanitario.
Como iniciativas base, se ha marcado el espacio entre pasajeros en todos los puntos de revisión, utilizando las marcas de sana distancia en el suelo, uso de puertas y carriles alternativos, estaciones de desinfección de manos en todas las terminales, divisiones de acrílico en todos los puntos de interacción, como mostradores de facturación e inmigración y métodos de limpieza mejorados en todo el aeropuerto, entre otras medidas.
El uso de cubrebocas es obligatorio entre el personal de los aeropuertos, además de que se solicita a los pasajeros que lleven cubrebocas tanto en el aeropuerto como en los aviones para minimizar riesgos de posible transmisión de COVID-19.
Hoy estas acciones son necesarias más que nunca, pues los aeropuertos siguen con gran movimiento; un claro ejemplo es el Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México, que a unos días de que comenzaran las vacaciones de Semana Santa, éste ya se encontraba saturado; 654 operaciones aéreas fueron programadas el pasado 25 de marzo y las autoridades aeroportuarias informaron se esperaba atender alrededor de 68 mil usuarios diarios y tener 750 despegues y 800 aterrizajes cada día, aproximadamente.
Y es que los efectos del COVID-19 fueron una sorpresa para muchos, hubo que elaborar en poco tiempo planes de resiliencia y reconstitución para dar una dirección más clara en términos de políticas recién desarrolladas, así como los siguientes pasos para los aeropuertos, no sólo para los viajeros sino también para los empleados.
Por otro lado, el uso de la tecnología ha sido fundamental para el control y garantizar la seguridad de los viajeros. En la mayoría de los aeropuertos se han realizado pruebas con cámaras térmicas que comprueban la temperatura; sin embargo, han surgido problemas a la hora de buscar una solución precisa con pocos falsos positivos. La tecnología sin contacto es lo que hoy muchos aeropuertos están buscando y es el futuro de los viajes; asimismo, las puertas con biométricos faciales para el mejor control de llegadas y salidas que permita el mejor flujo de los pasajeros y evite aglomeraciones, están siendo implementadas gradualmente en diferentes aeropuertos para construir un viaje sin contacto para los pasajeros.
Y aunque los aeropuertos también se enfrentan al reto de decidir cuánto dinero debe invertirse, una cosa es cierta: todos están decididos a proporcionar una experiencia positiva a todos los viajeros brindando seguridad y tranquilidad.
Todas las prácticas y medidas tomadas hasta ahora pueden ser apuntaladas con su sistema de seguridad física. Si bien mantener a los pasajeros seguros es siempre la prioridad número uno, los desafíos actuales por la pandemia están llevando a los sistemas de seguridad a proporcionar una comprensión completa de toda la instalación y con ello tomar acciones.
La tecnología puede crear grandes cambios, pero es importante tomar consciencia de que las inversiones deben llevarnos a una eficiencia operacional en todo el ecosistema: operaciones, seguridad, personal de tierra, de aire, aerolíneas, personal y pasajeros. Si bien debemos encontrar un balance entre personas, procesos/procedimientos y tecnología, para reducir el riesgo de contagio; no hay nada como la consciencia que debe tener la comunidad en general de la importancia de seguir las medidas establecidas, lo que marcará en última instancia, la diferencia.
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