Por: Israel Austria, ingeniero de soluciones de Milestone Systems para América Latina
Desde hace algunos años, las empresas que ejecutan sistemas de gestión de video (VMS) han entrado en una tendencia creciente: la migración de sus datos a la nube.
Cada vez más compañías trasladan sus sistemas de seguridad a este espacio virtual que aloja una suma considerable de información, como es la cantidad de horas de video grabadas. No obstante, esto deriva en una mayor congestión de la banda ancha (bandwidth) y un aumento exponencial en los costos de almacenamiento en la nube.
Ante ello, una de las apuestas esperanzadoras para descentralizar los diferentes servicios de computación en la nube, de los cuales dispone un VMS, ha sido la nube distribuida. Esta aplicación del cloud lleva al traslado de datos desde el centro principal hasta las ubicaciones físicas de los usuarios (edge computing), lo que reduce los tiempos de carga, los costos de red y permite un control mayor de la confidencialidad de la información a transmitir.
La nube, un espacio virtual cada vez más apetecido
En un mundo tan interconectado, grandes volúmenes de datos atraviesan toda frontera geográfica en cuestión de un clic. Para ello se requiere una infraestructura tecnológica robusta como la que contienen los centros de procesamiento de datos (CPD).
Sin embargo, para descongestionar el tráfico de información que recorre estos centros y contar con una mayor flexibilidad para su almacenamiento, las empresas han puesto su mirada en la nube.
En 2020, el año en que se declaró la pandemia por cuenta del COVID-19, se registró un hecho inédito en el mundo empresarial: por primera vez, las compañías invirtieron más en la nube que en sus propios CPD.
Hasta 2019, la inversión destinada a los CPD empresariales y a los alojados en la nube era casi la misma. Sin embargo, la balanza se inclinó hacia esta última a partir de la expansión del coronavirus, que a su vez aceleró una tendencia cada vez más creciente en las organizaciones: el teletrabajo.
La firma Gartner prevé que en 2022 más del 50 % de los datos producidos por las empresas se procesarán fuera de un centro de datos central o de nube única típica. Y es que ante el uso desmesurado de los servicios del cloud computing, existe una modalidad que se ha posicionado como la más apetecida a futuro para canalizar esa demanda creciente de los recursos informáticos: la nube distribuida.
Una nube más accesible para la gestión de video
Si en principio el almacenamiento en un solo centro de datos era algo problemático, el realizarlo en una sola nube también implica una gestión problemática de la información. A ello se suman los riesgos de seguridad, baja eficiencia y menor productividad para las empresas.
Frente a ello, los mismos análisis de Gartner resaltan la apropiación cada vez mayor de la nube distribuida. Este modelo no es más que la descentralización de los servicios de la nube al poder ubicar los centros de datos físicos en cualquier lugar. Esta disponibilidad de infraestructura en la nube acerca a más personas, en mayor cantidad de sitios, la gestión y el análisis de los datos, lo que incluye el procesamiento de video propio de los VMS.
En un principio, servidores como los de Amazon Web Services (AWS) se han ubicado en la costa este y oeste de Estados Unidos. Así, ante la gran cantidad de información que generan las cámaras existentes en el mercado, resulta complejo y riesgoso para un usuario asentado en América Latina transportar este volumen de datos; sobre todo por las limitaciones de la propia infraestructura local, al no contar con la disponibilidad de un sitio para esta gestión.
La nube distribuida aparece como una opción eficiente y segura para alojar esta vasta cantidad de datos en unidades de servicios más pequeñas y cercanas a la fuente del usuario. Es decir, da pie a una estrategia de edge computing, al ampliar el entorno de la nube a múltiples ubicaciones.
Así mismo, al permitir un procesamiento en una serie de zonas estratégicas en las que se concentran gran cantidad de usuarios, en vez de una sede central, disminuyen la distancia para el viaje de la información. Esto brinda un mayor ancho de banda y disminuye la latencia, ese tiempo que demora la transmisión de un paquete dentro de la red, lo que garantiza mayor rendimiento para toda organización.
Cuando se trata de seguridad cibernética, se deben tomar algunas consideraciones importantes para garantizar que el entorno de nube distribuida sea menos vulnerable a los ataques que el procesamiento de datos centralizado. Al adoptar plataformas de seguridad integradas y trabajar con socios integradores de tecnología y servicios, las empresas con redes distribuidas en la nube deben implementar los siguientes protocolos de seguridad: segregación de red, plataformas de inteligencia de amenazas y protección avanzada contra amenazas.
Finalmente, desde un punto de vista legal, algunas agencias reguladoras establecen estándares para que cierta información no salga del país del usuario. Si bien en Latinoamérica existe una mayor flexibilidad en ese aspecto, ante la necesidad de enviar una serie de datos más allá de toda frontera geográfica, la nube distribuida aparece como la mejor opción a su alcance.
Así pues, la nube distribuida se muestra como una forma de explotar los modelos en evolución de la computación en la nube. Esto se ve reflejado en servicios más rápidos y estables, menores demoras en la transmisión de información y mayores funciones de almacenamiento.
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