Escrito por Francesc Tortras, Senior Account Manager en Lanaccess para la Revista Cuadernos de Seguridad.
En el sector de la videovigilancia, la presencia de un muro de pantallas (videowall) en un centro de control ha sido una de las imágenes más difundidas en artículos, revistas, presentaciones, etc.
Básicamente un videowall es una manera de disponer de muchas imágenes de cámaras en una zona visible de una sala para que varios operadores tengan una visión clara de lo que está sucediendo en la zona vigilada y puedan reaccionar rápidamente en caso de incidente.
En los inicios, con los sistemas analógicos, se construían a base de monitores (pantallas de tubo, retroproyectores, etc.), generadores de cuadrantes y/o matrices de vídeo analógico. Eran sistemas que ofrecían la funcionalidad básica de visualización de imágenes de varias cámaras, pero con muy poca o ninguna flexibilidad a la hora de poder reorganizar la estructura de los cuadrantes y con unos costes de hardware y de mantenimiento considerables.
Estos sistemas fueron evolucionando con la llegada de pantallas mejores y más eficientes y con la aparición de las primeras controladoras que permitían gestionar el muro de una forma más flexible, permitiendo el cambio de la estructura de los cuadrantes o representar el vídeo de una cámara utilizando varias pantallas. Las controladoras ofrecieron la posibilidad de incluir otros elementos en el videowall además de las imágenes de cámaras, como planos, escritorios remotos de ordenadores, textos informativos, páginas web, etc.
Las controladoras han seguido evolucionando a medida que se ha aumentado su capacidad de proceso con microprocesadores y tarjetas gráficas más potentes, llegando a gestionar en una sola unidad cientos de megabits por segundo. Con estas prestaciones, los sistemas profesionales permiten la conmutación sincronizada de todos los flujos de vídeo de las cámaras de un escenario a otro, de manera que los cambios no provoquen ventanas “vacías” esperando que llegue el vídeo de la cámara. Esto se logra decodificando los dos flujos de video, el que se está viendo y el que tiene que llegar, de manera que se deja de mostrar el primero cuando se dispone del segundo.
Finalmente, se ha llegado a los sistemas de videowall distribuidos donde cada pantalla incorpora parte de la potencia de decodificación del sistema con un “master” que coordina los diferentes procesadores para obtener la visión unificada de todos los monitores.
Pero el hecho que ha provocado el paso definitivo de las soluciones analógicas a las digitales ha sido la aparición de las cámaras IP. Las matrices analógicas o cualquier dispositivo de visionado analógico solo pueden incorporar el flujo de vídeo que generan estas cámaras a través de codificadores que convierten la señal digital en analógica. Esta “solución” tiene el gran inconveniente de que se pierde una parte importante de la resolución megapíxel de las cámaras IP, y por tanto de la gran definición en las imágenes que pueden ofrecer, al pasar el flujo de vídeo a un sistema analógico de resolución mucho menor.
No solamente se desaprovecha las grandes resoluciones de las cámaras IP si no que no se puede soportar las cámaras 360 grados u “ojo de pez”, las cámaras con múltiples ópticas o la gestión de cámaras IP motorizadas.
En este entorno digital las matrices de vídeo analógicas se han substituido por un software que se instala en un servidor, con el consiguiente ahorro de costes de mantenimiento o incluso de localizar repuestos de sistemas obsoletos. Este software es capaz de gestionar más conmutaciones y no está limitado por un número fijo de entradas y salidas, administrando, además, los privilegios entre usuarios y aprovechando a su vez toda la potencia de las cámaras IP.
Los operadores, a través de un teclado con joystick, son capaces de gestionar todo el sistema: lanzar cámaras a los cuadrantes y moverlas si son motorizadas; arrancar rondas de cámaras; cambiar y seleccionar escenarios de trabajo; o ampliar una cámara hasta que ocupe todo el videowall, si es necesario. Son funciones accesibles, muchas de ellas con solo pulsar un botón, independientemente del tamaño del muro de pantallas, que facilitan enormemente la gestión de un sistema de estas características. En el caso de existir varios operadores que trabajan de forma simultánea, la matriz de vídeo virtual gestionará los privilegios de acceso al movimiento de las cámaras, asignará regiones del videowall a cada operador o permitirá bloquear una zona para que solo se muestren las cámaras en alarma.
El videowall se ha convertido en una extensión de diferentes sistemas que trabajan coordinados, donde el operador puede recibir múltiples avisos. Por ejemplo, una cámara IP, a través de la analítica de video, detecta la entrada de un intruso en una zona del perímetro y envía una alerta al centro de control. El servidor recibe la alarma y activa el preset de la cámara motorizada asociada, inmediatamente en el muro se muestra la imagen de la cámara IP y de la cámara motorizada que está haciendo el seguimiento del intruso. A la vez, el sistema accede al videograbador que está grabando las imágenes y lanza al videowall la grabación de los instantes anteriores a la intrusión. Con esta información visible en la sala, varios operadores pueden analizar la situación y tomar las decisiones adecuadas.
La versatilidad de las controladoras permite gestionar no solamente imágenes de cámaras sino también otros elementos, como planos o páginas web. Esto hace que sea muy flexible para adaptarse a las necesidades de diferentes tipos de instalaciones. En el caso de un centro de control de autopistas en el videowall se mostrará tramos de la vía con sus cámaras asociadas. En la CRA de un banco será interesante poder ver el canal de televisión de noticias. En un centro de gestión ferroviario se mostrará la lista de los avisos de incidencias activos en las líneas de tren. En la sala de control de un edificio será necesario acceder a la web corporativa de la empresa con información relevante que se esté difundiendo.
La posibilidad de poder abrir un escritorio remoto desde uno de los cuadrantes del videowall permite que cualquier pantalla de un PC disponible en la red IP se pueda visualizar en el muro. Esta funcionalidad será suficiente en el caso de imágenes muy estáticas, como documentos o planos, pero cuando los requerimientos de decodificación son muy altos, como cuadrantes de vídeo de otro sistema, esta solución no es operativa. Para esta circunstancia existen dos opciones:
- Insertar en la controladora una tarjeta “capturadora”, que ofrece una entrada HDMI, debiendo tender un cable de vídeo desde el PC en cuestión.
- La otra opción, más flexible, es instalar un codificador de vídeo HDMI en el PC, que convierte la señal de la pantalla en un flujo de vídeo IP y se conecta a la red de datos, así para el videowall la pantalla del PC es como una cámara IP más. Una de las aplicaciones de esta solución es que sistemas de CCTV muy antiguos se puedan integrar en el videowall con solo visualizar la pantalla del PC donde está instalado el software que gestiona esas cámaras.
En conclusión, la evolución que han experimentado los sistemas de videowall permiten, en una solución totalmente digital, explotar todas las posibilidades que ofrecen las cámaras IP, disponer de las máximas prestaciones para la gestión del sistema de videovigilancia y disponer de una plataforma abierta para el futuro.
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