América Latina despega… pero, ¿pueden sus aeropuertos seguir el ritmo?
América Latina está atravesando el momento más dinámico en la historia de su aviación comercial. En el primer trimestre de 2025, la región no solo superó a Norteamérica y Europa en crecimiento de pasajeros, sino que se consolidó como el mercado con mayor ritmo de expansión después de Asia-Pacífico. Sin embargo, detrás de este éxito se esconde una realidad incómoda: la infraestructura aeroportuaria y los modelos operativos actuales no están diseñados para sostener este crecimiento en el medio y largo plazo.
El desafío no es volar más, sino hacerlo mejor, más seguro y más eficiente. Y para eso, la tecnología avanzada se vuelve indispensable.
Un mercado en expansión… y tensión
A principios de 2025, el tráfico aéreo internacional en América Latina creció un 7,7% interanual, destacándose por encima de Europa (+4,9%) y Norteamérica (-0,1%). Lo notable es que el mercado doméstico brasileño, por sí solo aportó el 44% del incremento regional. Rutas clave como Bogotá-Medellín y Cusco-Lima reportaron aumentos de tráfico del 28% y 53%, respectivamente.
Este auge, sin embargo, convive con una infraestructura que, en muchos casos, ya opera al límite. Grandes terminales como São Paulo, Lima, Ciudad de México, Santiago, Bogotá y Panamá han sido ampliadas recientemente, pero aún siguen cercanas a su capacidad máxima. Al mismo tiempo, aeropuertos medianos en ciudades secundarias, donde el crecimiento ha sido aún más inesperado, carecen de planificación de expansión a largo plazo.
Con más de 481 millones de pasajeros movilizados en 2024 y proyecciones que anticipan 218 millones adicionales en las próximas dos décadas, impulsado por el crecimiento de la clase media, el boom turístico y una mayor integración regional. Este crecimiento en el flujo de pasajeros provoca los cuellos de botella cada vez más evidentes: largas filas, procesos lentos, sobrecarga operativa y desafíos de seguridad.
El dilema operativo: ¿cómo escalar sin colapsar?
Las soluciones tradicionales — más personal de seguridad, más espacio físico, más puntos de control quedan obsoletas. En cambio, las tecnologías inteligentes, como la biometría facial, permiten absorber este crecimiento mejorando la experiencia del pasajero y reforzando la seguridad sin interrumpir los flujos de trabajo existentes.
La adopción de sistemas de reconocimiento facial en aeropuertos ya ha mostrado resultados tangibles:
- Reducción de tiempos de embarque hasta en un 50%.
- Disminución del contacto físico y errores de identificación.
- Agilidad en procesos migratorios y de seguridad sin aumentar recursos humanos.
En la región, algunos aeropuertos están avanzando decididamente. Bogotá, por ejemplo, ya implementa biometría para procesos migratorios. Tocumen, que movilizó un 7% más en los primeros cinco meses de 2025 que en todo 2024, está ampliando su capacidad digital. Quito, Montevideo y otros aeropuertos medianos han iniciado pilotos para digitalizar procesos críticos.
Este tipo de innovación no es cosmética: es estructural. Una plataforma biométrica bien integrada permite escalar operaciones sin multiplicar los puntos de fricción. En un entorno donde la demanda supera a la infraestructura existente, eso puede marcar la diferencia en mantener el equilibrio entre el crecimiento de pasajeros y la eficiencia operativa.
Seguridad: la base de todo crecimiento sostenible
La presión sobre los aeropuertos latinoamericanos no se limita al crecimiento del turismo o los viajes de negocios. La migración irregular en América Latina y el Caribe se ha duplicado en los últimos cinco años, impulsada por desplazamientos intrarregionales. Países como México, Panamá y Honduras han registrado cifras récord, superando en 2024 los totales acumulados de más de una década. Aunque se observó una leve baja a fines de 2024, la presión migratoria sigue siendo alta y plantea desafíos urgentes para la gestión fronteriza y de identidad en la región.
Este escenario exige vigilancia constante, interoperabilidad entre sistemas y procesos más ágiles. Aquí es donde la biometría se vuelve clave: no solo garantiza autenticación rápida, sino que fortalece los controles de identidad, reduce fraudes documentales y optimiza la trazabilidad del pasajero en situaciones críticas.
De la urgencia a la estrategia
Más allá de las cifras récord y del optimismo sobre el potencial turístico, América Latina necesita actuar con decisión. La combinación de alta demanda, infraestructura limitada y presión política y fiscal obliga a pensar en soluciones que sean tecnológicamente robustas, operativamente escalables y financieramente viables.
En este sentido, la biometría facial no es una tendencia futurista: es una herramienta probada, madura y adaptable a distintos tamaños de aeropuerto. Su implementación — cuando va acompañada de colaboración institucional y estrategia digital — puede proporcionar una ventaja competitiva significativa en la región.
Conclusión: el momento de actuar es ahora
El crecimiento del transporte aéreo en América Latina ya está ocurriendo. La pregunta es si los aeropuertos están listos para recibirlo con procesos del siglo XXI o seguirán operando con limitaciones del siglo XX.
Tecnología, colaboración y visión de largo plazo deben guiar las decisiones del sector. Y eso comienza por adoptar soluciones que hoy ya están disponibles.
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“Biometría Facial + Colaboración Tecnológica = Seguridad y Eficiencia en Aeropuertos Latinoamericanos”, 30 de julio, 9 a.m. (CST)
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